“Corazones a la espera de ser latidos, amados, mezquinos”


Honestamente, el corazón late por motivos aun desconocidos…, que no pienso descifrar…, tal vez sin pensarlo usted como lector me tilde de cobarde; pero para que quitarle la gracia y el misterio al único e involuntario acto de vida?

Dicho esto, me gustaría que sepa…, (no quiero entrar en confianza, apenas lo conozco), que el corazón es una forma de expresión del cuerpo, un lienzo esperando ser pintado desde su natural creación…, música, y musa inspiradora. Usualmente y por desencantos poco genuinos, se ve en la obligación de sufrir, y no necesariamente por ser lastimado. Digámoslo así: el corazón esta en su pecho y en el mío, por un derecho y un deber…, natural y silvestre…, suave y latente. Vive nivelando los intentos de amor que están ante nuestro mirar…, algunos son eternamente pasajeros…, otros se quedan sin ser correspondidos…, están los que sufren a la par nuestra…, y claro que si, los amores eternos.

Este músculo sagrado, inútil ante las preguntas sobre el futuro…, recopila recuerdos que el mismo inventa a veces…, pero no seamos ajenos a la culpa, tanto usted, como yo…, sufrimos por la razón y el juego que ella misma causa como “sensación”, y es ahí cuando el choque se produce…, la razón no entiende las razones del corazón. (Como me gusta esta ultima ironía).

Pero no desespere querido lector…, unas tantas veces y otras pocas…, usted podrá amar, y ser amado…, corresponder esa lágrima, el beso ponzoñoso, y la sonrisa definitiva. Siempre y cuando haga la promesa de todo mortal…, nunca morir de amor, nunca lo suficiente. Y no seamos lo tardíamente ingenuos! Si nos hacemos caso, perdemos…, no se olvide que, usted y yo…, tenemos corazón.

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