De relojes y bocas.


Encontré la manera de sentir, la había empeñado, perdido, olvidado. Supe que había vuelto, que recupere su esencia el día que un golpe en el pecho, devolvió el vivir, con un simple latir. Atrás quedaron las horas desesperadas por salir a la luz, se fue la oscuridad de las palabras que el silencio desbordaba. Mis ojos te miran, la piel predica, el cielo desato el infierno para mi boca, que te busca, provoca.

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