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La mesa esta servida, el perfume
del carmín sexagenario invade el pensamiento del tiempo. La suerte esta echada
y los versos de rojo miden mis pulsaciones, invitando a languidecer. Doce
escalones se entrelazan en tu cabello, once cubiertos y el que falta nunca
estará. Miro el tiempo que regala su piel y las diez se acercan como la hora de recordar. Nueve detalles en la corona, con el vals de siempre, cordial y a place.
Fueron ocho las veces del viento, quemando de frío el ayer. Las semanas que rezan
las ganas de ausencia, recuerdan que fui siete veces a tu lado, el color de
volver. Se retroceden seis pasos por cada cinco gritos de libertad, nadie esta
exento del todo, si piensa en volar. El diario me grita que en cuatro segundos se puede uno olvidar, cuando tres patas tiene la mesa, dos no pueden lo que
uno, soñar.
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