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La ciudad se enciende, rompe en luz cada calle, la gente corre sin saber porque. Amanece, la ciudad amanece con sus caminos repletos de cemento, autos que van, que vienen..., humo, papeles, sonidos inciertos. Y en la habitación ocurre el momento, transcurren los segundos cara a cara con la mortalidad del día, entre sollozos me decís buen día, no hay mejor sonido que la textura de tus palabras en voz baja. La ciudad te envuelve en su rutina, y no importa, si somos dos..., nada importa.

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